“He acusado las injusticias porque no quiero que mi silencio las absuelva.”

Clara Campoamor

(Madrid, 1888 ​- Lausana, 1972) 



El corazón helado

Almudena Grandes

(Madrid, 1960 - Madrid, 2021) 

LETRA

"Qué salvajada, 

qué horror el exilio, 

y esta derrota horrible 

que no se acaba nunca, 

y destruye por fuera 

y hacia dentro, 

y borra los planos 

de las ciudades interiores, 

y pervierte las reglas del amor 

y desborda los límites del odio

pa' convertir lo bueno,

lo bueno y lo malo 

en una sola cosa.


En una sola cosa,

fea y fría, 

y ardiente, inmóvil, 

qué horror esta vida inmóvil, 

este río que no desemboca, 

que jamás encuentra un mar

donde perderse." 

CRÉDITOS

Texto: Almudena Grandes

 Adaptación y Música: Sensi Falán

Voz y Coros: Sensi Falán

Guitarras y Bajo: Carlos López Lirola

Percusión: Zeque Olmo

Producción Musical: Sergio Núñez

Atlántida Music

© Herederos de Almudena Grandes, 2021

© Sensi Falán

VÍDEO LYRIC

ARTÍCULO DE LUZ MODROÑO, EX-PRESIDENTA DEL CENTRO UNESCO-MADRID.

«Estoy harta de no saber dónde morirme.» Un escalofrío me asalta cuando leo esas siete palabras con las que Almudena abre su Corazón Helado.  Porque no hay drama más grande que saber que el lugar donde descansarán nuestros huesos no es el nuestro ni el de nuestros padres. Un lugar que no nos pertenece porque fuimos expulsados del que sí nos pertenecía. Esas palabras escritas por una mujer exiliada, María Teresa León, abre el Corazón, el Corazón Helado, la obra con la que Almudena Grandes, conectando pasado y presente, recupera la Memoria de las mujeres y hombres que perdieron una guerra, la mal llamada Civil española. Y será una mujer, de nombre bíblico, la que nos traiga al hoy la historia de un silencio. 

Un silencio largo, de los que duelen y se escapan en un torrente de lágrimas amargas una tarde cualquiera, sentado en un banco cualquiera, mientras resuena machaconamente en la Memoria el ruido de unas bombas que obligaron a huir y el recuerdo de una traición. En ese banco, un viejo llora mientras coge de la mano a su nietecilla, Raquel, que asiste callada al llanto. Con esa imagen, Almudena Grandes ha sabido unir el pasado con el presente, la Memoria robada, ultrajada, silenciada, con el presente. 

Un presente que poco a poco recuperamos para volver a vivir. Porque el olvido y el silencio son otras tantas formas de morir. La tierra nos acoge en paz solo cuando podemos volver a ella. Aunque sea solo en el reconocimiento de lo que nunca debió suceder. Reconocer el sufrimiento, la condición de víctimas de los que perdieron, la larga historia de una victoria solo para los que la produjeron y ganaron es deber de toda la ciudadanía, y solo descansaremos en paz cuando su recuperación se haya completado. La historia de un pueblo es una historia global, que solo estará completa cuando sepamos quiénes somos, de dónde venimos. El verdadero reencuentro y la reconciliación solo podrán llegar tras la vivencia de un sufrimiento colectivo que, producido en el presente, nos libere por fin del pasado. La obra de Almudena Grandes y la historia de los protagonistas de El Corazón Helado no es sino una enorme metáfora de ello.